
José Ángel Romano Pérez
Un escritor de la legua
ANDANDO SENDEROS
En esta página hay imágenes de los muchos senderos que anduvimos, recopilando momentos que luego se volverían relato. Esta foto marca el inicio de la madre de todos los caminos que hasta ahora hemos transitado: El Camino a Santiago (el del Norte, desde Irún)

El Chalten
De como empezó la pasión por andar senderos
Febrero 2016
Nuestra pasión por el senderismo nació de una manera impensada, casi como un natural gesto de la rebeldía con la que Sara y yo caminamos la vida. Celebrando mi flamante jubilación, en el verano de 2016, nos fuimos a recorrer en auto la Patagonia. Por recomendación del hostelero de El Calafate agregamos a nuestros planes la visita a El Chalten. Cuando llegamos al pueblo eran las 11 de la mañana, la hostelera nos recomendó el sendero que sube hasta la Laguna de los Tres diciéndonos que el último tramo era un poco dificil pero que la vista al llegar era hermosa. Sin otra previsión que las ganas dejamos allí las valijas y con un bastón de trekking que ella nos prestó acometimos la empresa de recorrer los 11 kms. Los primeros que anduvimos, hasta la laguna Capri fueron tranquilos y los disfrutamos un montón. A partir de allí la exigencia se fue haciendo cada vez mayor y nuestra falta de preparación física empezaba a pasarnos factura y apareció la preocupación sobre si nos alcanzaría la luz del día para regresar. Alguien nos sugirió regresar pero obstinados seguimos la marcha. Cuando llegamos al punto de inicio del último tramo volvimos a titubear y nuestra rebeldía nos empujó a seguir. Fue una subida empinada, de 400 metros y entre piedras. Por momentos creíamos que no íbamos a poder seguir. Arremetimos contra los metros finales y allí la recompensa al esfuerzo fue magnífica: la Laguna de los tres se nos ofreció espléndida y azulada, su vista y la cercanía a las imponentes paredes del Fitz Roy con sus agujas graníticas y periféricas nos dejó sin habla y nos sentimos transportados a un mundo mágico en el que queríamos quedarnos. Como teníamos agua caliente en el termo no quisimos perder la posibilidad de tomar unos mates. Disfrutamos unos minutos de ello y encaramos el descenso, no queríamos ni pensar en que sucedería si caía la noche. La bajada fue aun más esforzada que el ascenso ya que se agregó el cansancio. Era una carrera contra la puesta del sol. Los últimos mil metros los hicimos alumbrándonos con el celular y con las luces del pueblo que se habían vuelto para nosotros en faro. Cuando desembocamos en la avenida frente al acceso sentimos una mezcla de sensaciones entre las que predominaba la felicidad y nos abrazamos con lágrimas en los ojos. Por suerte, el hostel estaba a una cuadra. Cuando doloridos y extenuados cruzamos la puerta nos recibió la mirada de gran alivio de la recepcionista que estaba muy preocupada porque no llegábamos. Literalmente no teníamos fuerza ni para ducharnos, habían sido las doce horas más increíbles de nuestra existencia. Felices y hambrientos nos sentamos a cenar, mientras comíamos le dije a Sara que no sabía como iba a incidir esta experiencia en nuestro futuro pero que estaba seguro de que a los 64 años de ella y 65 míos al hacer este sendero habíamos corrido nuestros propios límites. Luego, los senderos que a partir de este anduvimos nos mostraron cuanto habían incidido en nuestra vida El Chalten, La Laguna de los tres y el Fitz Roy.
Septiembre 2016
¡El Waynapicchu!
Apoyados en aquello de que subiendo a la Laguna de los tres habíamos corrido nuestros límites empezamos a buscar nuevos senderos, rápidamente apareció una antigua asignatura pendiente: Machu Picchu. Investigando las posibilidades elegimos, además de hacer los recorridos clasicos, subir al Wuaynapicchu. Nos apasionó el desafío que representaba subirlo y la magnificencia y belleza del lugar. Planificado con tiempo reservamos el turno para hacerlo ya que hay un cupo diario de senderistas. Llegamos a Lima a principios de septiembre, disfrutamos de los encantos de la ciudad y luego de dos días viajamos a Cuzco. Sorteamos bastante bien las dificultades de la altura y recorrimos la ciudad plagada de atractivos y riqueza cultural, disfrutando también de su riqueza gastronómica. Anduvimos por Maras, Moray y las Salinas. Finalmente partimos hacia Oyantantaytambo y al día siguiente en un comodísimo tren con una vista fantastica viajamos hacia Aguascalientes. Al día siguiente, en la madrugada fuimos al Machu Picchu, para aprovechar el resto del día en las ruinas los primero que hicimos fue subir al Waynapicchu: otra experiencia fantástica, plagada de emoción, vértigo, impactante y bello paisaje y por supuesto demandante de gran esfuerzo físico. Fue una aventura que disfrutamos enormemente y que válido nuestra decisión de transitar la pasión del senderismo. Cuando descendimos, a pesar del cansancio, completamos el recorrido de Machu Picchu. Finalmente, felices, emprendimos el regreso pensando en nuevos senderos para seguir caminando el nuevo territorio que había surgido al correr nuestros límites.